domingo, 19 de octubre de 2014

FELIZ DIA!

Hasta el año pasado, el día de la madre era un día de festejo y amor para todas mis madres, porque el dicho dice que madre hay una sola y así es, pero hay otras "madres" que nos van formando.
En mi caso hay varias, pero podría destacar a dos: La primera es mi abula (no está mal escrito, es así como la llamo) y la otra es mamá Stella.
Mi abula es mi ángel guardián, siempre me dio confianza, me ayudó a ser mejor persona y me consintió muchísimo por supuesto. Hoy me toca verla marchitarse a sus casi 83 y aunque me intenté preparar para esta situación, duele en el alma ver tan débil a la mujer más fuerte que me toco conocer.
Mamá Stella entró a mi vida por mi hermano de la vida Larva, y eso fue en plena adolescencia, como dirían por ahí: la persona indicada en el momento indicado. Cuanto aprendí y aprendo de ella, y cuanto nos cuidó y nos consintió a toda esa manga de delicuentes juveniles que parábamos en la casa de ella.
Y sumado a ese grupo está María Adelina Ortiz, con mayúsculas y nombre completo porque es mi MAMÁ, con todas las letras, que no sólo se jugó la vida para tenerme si no que además me crió para ser un buen tipo y con valores, con aciertos y errores por supuesto.
Pero cuando arranqué hablé de lo que era hasta el año pasado para mí el día de la madre. Hoy, el día de la madre tomó otro sentido.
El día 11 de Septiembre me tocó la dicha de presenciar el parto de mi primer hijo. Suponía que iba a ver algo difícil, pero que era mi deber estar ahí "bancando los trapos" como se dice en la cancha. Pero fue algo superador, entendí ahí todo el respeto por mi mamá y por las mujeres que me inculcó mi viejo desde mi niñez, entendí la admiración de Jesús por María y entendí que la esposa que elegí ya no es alguien a quien sólo amo, si no que también admiro.
Una madre sufre un castigo físico y emocional enorme con el fin pleno de dejar semilla en la tierra,  se desgarra en el alma por ver la cara del que llevó en su vientre. Se dispone a la batalla de su vida para verse reflejada en los ojos de ese bebé al que imaginó y deseó tanto. Es capaz de pujar con la fuerza de mil criaturas salvajes con tal de dar vida, y un segundo después se desarma en llanto al tenerlo en brazos, como el más indefenso de los cachorros. Y yo ahí, mirando, mejor dicho admirando. Siendo testigo del milagro de la VIDA, queriendo hacer algo útil, por lo menos más útil que sostener su cabeza y decirle te amo cada vez que puedo, pero no, DIOS me quiere enseñar que el débil soy yo, que sólo puedo mirar e intentar imaginar el dolor.
Y como dice la canción de Soda: "...al final hay recompensa" veo el primer contacto entre ellos desde que salió de su interior. El lenguaje es el mismo, el llanto. Yo sigo siendo sólo un testigo, me siento de más pero a la vez me sé necesario e importante, todo es contradictorio, excepto un hilo que nos une a los tres y borra al resto del universo: ese hilo de amor que nos hace Familia. Vuelvo en mí y la enfermera con mi hijo en brazos me dice "vamos papá" y mientras me seco las lágrimas caigo en ese instante que lo soy. Si, soy papá...y mi vida me pasa en segundos recuerdo momentos y detalles con precisión de relojero en tiempos ridículamente cortos, terminan de lavarlo, no puedo dejar de pensar en mi esposa, le llevo el bebé y lloramos los tres otra vez y veo en ellos algo que cambia mi percepción sobre una madre: En ese momento su mirada tenía tanto amor que Santi se sintió tan seguro como en su vientre, y a la vez esa mirada me daba la pauta que mataría por si hijo al igual que yo.
Es por eso que desde este año no solo festejo a mis madres, si no que admiro profundamente a cada mujer que hizo este sacrificio de amor para que hoy podamos estar acá.
Gracias mamá por darme la vida, gracias  amor por darme este hijo hermoso. Gracias Dios por el regalo de ser testigo de ese milagro.
FELIZ DIA DE LA MADRE
como dicen por ahí, nos leemos.
Diego, Bonzo

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